A lo lejos veo una luz, como una sirena. Intermitente.
Huracanes de lava que no queman.
Dragones rojos con su fuego me
enseñan el camino.
Todo lo inconsciente comienza a flotar a mi alrededor.
Siento sonidos y olores conocidos.
Incluso la sustancia del tiempo parece real.
Comencé a oír su grito.
Ella gritó y llegó el ocaso.
Los dragones desaparecen y
entonces reconozco mis manos.
Repletas de sangre. Mis dedos, mis uñas.
Surge un latido, pasa corriendo.
La intensidad lo es todo aquí.
No logro recordar nada.
Ella grita de nuevo. Y esa voz sabe a dolor.
Miro mis manos rojas y empiezo a llorar.
Las lágrimas recorren mi rostro hasta nublarlo todo.
Su grito continúa, más vivo cada vez.
Siento miedo. Tiemblo y mi cuerpo suda.
La saliva se amontona en mi garganta.
Mi llanto quiere salir.
Grito fuerte y su voz se detiene
de a poco. Se agita hasta desaparecer.
Me toman unas manos extrañas y me ponen sobre su pecho.
Algunas voces cuentan que nací.
Yo creo que no es la primera vez.