sábado, 25 de enero de 2014

origen.

A lo lejos veo una luz, como una sirena. Intermitente.
Huracanes de lava que no queman.
Dragones  rojos con su fuego me enseñan el camino.
Todo lo inconsciente comienza a flotar a mi alrededor.
Siento sonidos y olores conocidos.
Incluso la sustancia del tiempo parece real.
Comencé a oír su grito.
Ella gritó y llegó el ocaso.
Los dragones desaparecen y  entonces reconozco mis manos.
Repletas de sangre. Mis dedos, mis uñas.
Surge un latido, pasa corriendo.
La intensidad lo es todo aquí.
No logro recordar nada.
Ella grita de nuevo. Y esa voz sabe a dolor.
Miro mis manos rojas y empiezo a llorar.
Las lágrimas recorren mi rostro hasta nublarlo todo.
Su grito continúa, más vivo cada vez.
Siento miedo. Tiemblo y mi cuerpo suda.
La saliva se amontona en mi garganta.
Mi llanto quiere salir.
Grito fuerte y  su voz se detiene de a poco. Se agita hasta desaparecer.
Me toman unas manos extrañas y me ponen sobre su pecho.

Algunas voces cuentan que nací.
Yo creo que no es la primera vez.

miércoles, 8 de enero de 2014

que antecede a la tormenta.

En el intento de entenderlo todo, se pierde.
Entre palabras y pensamientos, se aturde.
Al borde de la claridad, muere y vuelve a nacer.
Siempre así, ella vive inmersa en su fantasía.
Allí donde todo lo controla, donde todo es predecible.
Dónde todo vuelve a ser…igual.
Suele ser pequeña, azul y a veces se hace fuego.
Algunos días decide brillar; otros, cadalso.
Pero su deseo es estar allí, en el agua, de dónde surgió su extraño ser.
Por algunas horas elige recordar, por instantes grita y dice.
Y cuando dice, grita.
Sólo deja ver lo que ella se atreve a ver.
Algunos de sus mundos están de luto hoy.
Otros insisten en retenerla allí, al cuidado de una mentirosa seguridad.
Si tan sólo mirara sus pies. Si tan sólo se abriera por completo a sí misma.
Si tan sólo se dejara llevar por el agua y su existencia imponente  una vez más.
Continúa caminando sobre las vueltas que ya dio. Pero esta vez ya no puede volver a encontrarse ahí, tropezando con el mismo escalón.
Sin embargo el deseo es suspendido a cada minuto, en cada oportunidad de giro de su hoy.
Salta la baldosa para no repetir los colores ni las formas, pero sus pasos son los mismos.
La frustración es certera y sabe cuándo atacar con su espada maldita.
Su miedo y el azul de ese mundo intentan conquistarlo todo.
Espero no sea demasiado tarde.
Ya no hay nada que decir. Ella aún parece no poder entenderlo.


viernes, 15 de noviembre de 2013

la batalla.

Y deseo sentirme así, en la eternidad de un acorde.
En el trazo infinito de un dibujo en plena creación.
Quiero ser esa cosquilla sorpresiva que despierta la caricia del otro.
Deseo sentirme por fuera de la certeza: no necesitarla.
Se desata una batalla entre el pensamiento y el impulso.

Respiro el humo de la explosión de mis neuronas.

Deseo ser el instante, sin futuro aparente.
No quiero razonar el porvenir.
Practico el sentir inmediato.
Deseo descubrir el velo del exceso de razón.
Influenciar su fuga.

Respiro el humo de la explosión de mis neuronas.

Intento hacer del impulso un bastión fuerte, para dejarlo así ganar la batalla.

Respiro el humo de la explosión de mis neuronas.

Las excusas que había creado se caen de a poco por mis oídos.
Desato mi pelo, lo dejo  relacionarse con el aire.
Toco el viento con la palma de mis manos.
Quisiera ser el viento ahora.
Impulso. Pasión. Vida.

Respiro el humo de la explosión de mis neuronas.

Intento escupir las palabras que alguna vez me detuvieron.
Las palabras se destruyen unas a otras.
Se quitan la ropa y desgarran sus cuerpos desnudos.
Se desarma el enjambre de ideas.
Se deshace el pensamiento maldito.
Se quiebra el miedo que inmoviliza los pies.

Respiro el humo de la explosión de mis neuronas.

Me  sostengo en el silencio.
Sólo soy un cuerpo y una voz que prefiere no decir más esta vez.
Soy  los ojos que observan sin interrumpir el ritual en que esta batalla se ha convertido.
 Intento superar la dificultad que provoca caer de espaldas sin mirar atrás.
Despojarme del miedo que silencia.
Abrazar al amor de quien desee estar a mi lado.
Ser el instante más allá del instante.

Respiro el humo de la explosión de mis neuronas.

Y seguramente mañana no sea como antes.










domingo, 22 de septiembre de 2013

acerca de ser maleza ( o no).


 Dice Bauman sobre el período de transición del feudalismo a la modernidad:

“El paso de una cultura silvestre a una de jardín no sólo es una operación realizada en una parcela de tierra, también es  la aparición de un nuevo papel: la del jardinero. Este ocupa ahora el lugar de guardabosques […] quienes trataban de garantizar que las plantas y los animales se reproduzcan sin molestias.
El poder que rige la modernidad (el poder pastoral de estado) se modela de acuerdo al papel del jardinero […] Nunca puede contarse con que el diseño de un jardín se reproduzca por sí mismo, y tampoco puede confiarse en que lo haga mediante sus propios recursos. Las malezas – esas plantas no invitadas, no programadas, autónomas- están allí para destacar la fragilidad del orden impuesto, alertan al jardinero acerca de la eterna exigencia de supervisión y vigilancia”


Quizás se trate de  un viaje alucinógeno o tal vez esté contándonos sobre otra dimensión de la realidad,  pero yo pienso que Luis estaba hablando de esto cuando escribió esta canción.  Creo que las hormigas que se abren al mundo, que no dejan “una planta sin probar”  constituyen una imagen que se enfrenta a los “trabajos tontos”, monótonos y de autodisciplinamiento  ; ese panóptico interiorizado del que habla Foucault o el habitus que plantea Bourdieu: nuestro propio jardinero interno.

Y pienso que tal vez la difícil decisión se dirime entre  resignarse a ser jardinero, a cuidar tan sólo desde la ventana o bien, elegir no deshojarnos como canta el flaco, animarnos a ser malezas.







jueves, 4 de julio de 2013

Pajaritos

Entre puertas extrañas me asomo
y miro los rostros borrosos
que de a poco se aclaran.
Avanzo a tientas,
pero avanzo
y ya no sé si tengo insomnio
o es que estoy medio dormida
entre los días.

Algunos miedos o por qué no
la inercia
se sostienen y me llenan
de lágrimas
que a veces caen
y otras quedan flotando en un papel,
y yo las siento temblar en el aire.

lunes, 1 de julio de 2013

condensación.

Despiértate despacio que quiero ver cada uno de tus gestos antes de que abras los ojos.
Quiero detenerme en tus formas, tu boca, tu nariz.
Quiero ver tu expresión calma, tus pestañas largas, tus lunares, las marcas de tu piel.
Deseo contemplar  tu rostro, con  sus sombras y su luz, hijas del sol que entra por la ventana del cuarto.
Déjame acercarme con movimientos suaves hasta respirar tu mismo aire. Quiero sentirte cerca mientras el día aún espera ser.
Y entonces decido beber de  tu néctar mientras tus ojos permanecen cerrados, atrapados en algún sueño.
Y mis manos dibujan formas en tu espalda, cálida por nuestros cuerpos bajo las sábanas. Sonreís con los ojos cerrados, sonrisa  sin dientes. Un placer te alcanza.
Apoyo mis labios para recorrer el camino que mis manos comenzaron a crear. Beso tu espalda sin mirar. Tu sonrisa sin dientes  deja una marca en tu mejilla. Y el placer te alcanza otra vez.
Despiértate despacio, que este amanecer nunca termine. Deseo compartir el instante onírico de tus mañanas mientras pueda, mientras dure.

Despiértate despacio.


viernes, 10 de mayo de 2013

el beso que no fue.


Lo  escribí hace un tiempo, no lo recordaba. Pero lo leí y sentí que estaba ahí. "Entonces lo comparto",pensé.
A todos nos pasó seguramente.

Soy la muralla de la que habla el Flaco.
Su recuerdo es el beso que no le dí.
Pero esta vez no.
Las manos se humedecen. Se marcan las venas.
Mi mirada se posa en tus comisuras.
Ya no te escucho. Estoy sola acá adentro.
La respiración se agita. Latidos rapaces.
La ansiedad de transforma en deseo una y otra vez.
Muralla. Se quiebra. Tus labios.
Palabras. Tu lunar. Tu ceja levantada.
Pestañas en la unión de cada idea que sale de tu boca. Tu boca.
Mi mirada intenta encontrarse con la tuya.
Manos húmedas y verdes. Trago saliva.
Mojo mis labios.
Me concentro en tus comisuras. En el movimiento de tus labios mientras hablas. En la barba que los rodea. En tus dientes torcidos. Sólo en vos.
Intento llegar a tus ojos, encontrarlos a mitad de camino.
Me esquivan. Tus manos también sudan.
Entonces apoyo mi mentón sobre mi mano e inclino mi cuerpo. Perdí la batalla.
Me convertí en mi muralla y no me animé a besarte.
Mañana quizás.